George Orwell fue un todoterreno, aunque más conocido por sus novelas Rebelión en la granja o 1984, sus facetas como crítico cultural y ensayista no tienen desperdicio.
qué opinaría Orwell de los debates de hoy
Cuando lees su obra de no ficción, confirmas la vigencia absoluta de su pensamiento, una observación social muy depurada; y se hace más palpable uno de los grandes problemas del presente: la ausencia de autocrítica imponiéndose en casi todo.
Particularmente, es una de las cosas que más destacaría de Orwell, esa incansable actitud autocrítica, un alto sentido de la honestidad y su aspiración a la coherencia.
Era muy consciente de la atmósfera social del contexto determinado en el que vivía, de los sesgos que esa exposición latente provocaba, por eso, si tenía que dar un volantazo y renunciar a ciertas ideas asentadas, lo hacía. No había trinchera cognitiva incontaminada a la que aferrarse, advirtiendo siempre al lector de que lo escribía era solo su verdad, y tal vez, una verdad solo provisional.
Nació en 1903, murió joven, en 1950, qué Himalayas literarios no habría escalado si hubiese llegado antes la patente —en 1952— de la isoniazida, uno de los fármacos más potentes frente a la tuberculosis que acabó con su vida.
A veces, me pregunto qué opinaría Orwell de los debates de hoy, cómo estaría interviniendo en la conversación social, qué diría de esto o de lo otro. Por otro lado, ¿tendría Twitter? ¿tendría Instagram?